¿Cómo ha cambiado el fútbol femenino desde que empezó a jugar hace 14 años?
Cuando yo empecé en Lagunak, entrenábamos en un campo de tierra que hay en Barañáin, con cristales... Jugábamos en la territorial. Pero pronto ya se organizaron para que estuviéramos todos en las instalaciones. En el Lagunak no nos podemos quejar. Y, en cuanto a la competición, antes no existía la Superliga. Ahora hay clubes como Espanyol, Levante o Rayo en el que los equipos femeninos son semiprofesionales. Pero, de todos modos, avanza despacio. No tiene repercusión, no vende y no hay una apuesta con fe por mejorar esto. Esta temporada, por ejemplo, han modificado la Superliga, separándola en una primera fase de tres grupos para que tuvieran cabida los equipos de los clubes profesionales. ¿El resultado? La pérdida de competitividad. Lo normal es abrir las puertas a equipos que se han ganado el puesto en el campo, no en los despachos. Es una chapuza.
Aun así, los objetivos del Lagunak son ambiciosos.
Sí. Los dos primeros juegan la Liga de Campeones, la que decide quién es el campeón de España, y, mientras haya opciones, no vamos a renunciar a nada. Pero si no, intentaremos estar en el grupo que dispute la Copa de la Reina.
Probó suerte dos temporadas en el Sabadell. ¿Se quitó la espina de competir en un equipo profesional?
Sí, entonces el Sabadell era un equipazo. Logramos ganar la Copa de la Reina una temporada y otra fuimos subcampeonas de Liga y de Copa. Fue una bonita experiencia, porque vivía del fútbol, competía en Superliga (el Lagunak todavía no había ascendido), con 21 años era la primera vez que salía de casa...
¿Por qué regresó?
La última temporada hubo problemas económicos, encontré novio en Pamplona, ya había vivido esa experiencia durante dos años, el Lagunak estaba ya en Superliga... Se dieron una serie de circunstancias.
¿Y con qué motivación continúa?
El fútbol es mi pasión. Es todo. Me quita tanto... Entrenar, viajes, no poder salir los sábados... Casi no tenemos vida social. Son muchas horas de dedicación y ninguna recompensa económica, pero a las que estamos ahí nos gusta demasiado el deporte. Seguro que si fuera chico, hubiera dejado el fútbol, porque ellos aspiran a ganar algo de dinero. Nosotras lo hacemos porque nos apasiona.
¿De dónde viene su afición?
No lo sé. Yo siempre me acuerdo de estar en el patio del colegio Los Sauces jugando a fútbol con los chicos. Mi padre es socio de Osasuna y le gusta el fútbol, pero nunca me ha presionado para que jugara.
¿Y ha probado como entrenadora?
Sí, durante tres años, antes de entrenar con el equipo de Superliga, llevaba al equipo de chicas de Fútbol 7, otro año al cadete con Marta Ozkoidi... Pero ese ritmo de vida sí que era agobiante.
¿Cómo es un día normal?
Trabajo de ocho a cuatro como higienista en una clínica dental. Llego a casa, como y trato de hacer todo en un par de horas, porque a las ocho ya hay que estar entrenando y no llego a casa hasta pasadas las diez.
¿Le apoyan en casa?
Sí. En principio a mi novio le gusta más el balonmano, porque ha sido jugador y entrenador, pero ahora yo creo que le empieza a enganchar también el fútbol, porque no se pierde ningún partido.
Todos los entrenadores que llegan del fútbol masculino destacan el compromiso de las chicas.
Sí, yo creo que somos más responsables por el hecho de ser mujeres. La asistencia a los entrenamientos debe ser más alta. Nos lo tomamos muy en serio.
La Superliga ha acaparado atención en momentos concretos, con la llegada de "Ronaldinha" al Rayo, o la de "Marigol" al Barça. ¿Esas estrellas mediáticas benefician o perjudican al fútbol femenino?
Es bueno que atraigan televisión y publicidad al fútbol femenino, pero si es para salir en programas rosas, la verdad es que no. Si es porque se trata de buenas jugadoras y tenemos un espacio en deportes, entonces sí.
En las últimas temporadas, el Lagunak cambia de técnico cada año: José Luis Satrústegui, Emilio Remírez, Alejandro Gastaminza... ¿No le daría más estabilidad tener más continuidad?
Es raro, pero últimamente ha sido así. No por nada en concreto, yo creo. Estuvimos mucho tiempo con Popy, después con Iosu Domínguez y luego hemos ido cambiando. De todos modos, tampoco podemos decir que nos haya ido mal. Un año subimos, otro nos mantuvimos en la Superliga en una temporada de mucho mérito, y este año también estamos cumpliendo... Yo creo que nos adaptamos al que viene.
¿Le queda algún sueño por cumplir?
Yo creo que no. He jugado a fútbol, que es lo que me gusta, he ganado la Copa de la Reina... Tal vez ganar una Liga, pero ceso ahora mismo es imposible para mí, porque no tengo intención de salir del Lagunak. Tenemos un buen equipo y, sobre todo, un buen ambiente en el vestuario. Somos un equipo aguerrido, correoso, de fuerza, de rasmia... Como Osasuna. Somos una piña.
¿Y reunir algún año a las diez jugadoras navarras que juegan en otros equipos de la Superliga?
Si vinieran todas, Lagunak sería un equipo puntero. Al final, tres están en el Athletic, una en el Espanyol, dos en el Torrejón, dos en el Rayo, dos en el Barça... Es muy difícil.
Lo que está claro es que como cantera el Lagunak, y el fútbol en Navarra, funciona.
Sí, desde luego. Fue una remesa muy buena, porque casi todas son de 24, 25 ó 26 años. No cabe duda de que se trabaja bien. También coincide que hay unas hornadas mejores que otras, pero es un dato que habla por sí solo. Yo creo que ahora las más jóvenes del equipo también tienen un buen nivel y pueden llegar lejos.
¿Qué le falta al fútbol femenino en Navarra?
Trabajar un poco más con la base y formar un buen organigrama, incentivando a los clubes a sacar equipo de chicas.
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